sábado, 11 de abril de 2009

No todos en el Polvorín de Nissán dizque Agrícola, son como el dueño


Hay gente amable, aunque víctima de las trapacerías de su jefe. En el Polvorín, todo está para estallar. Los "buenos" tienen que volverse "muy canijitos" por órdenes "superiores" provienientes del "Iracundo Inferior".

Hay un Ing. Navarrete, que tras profesar su cristalina honestidad, al consumidor, a sottovoce y en privado, en su oficinita, mintió por teléfono y en persona en la junta de conciliación de PROFECO. Dijo que no era cierto que se hubiese negado mostrar el auto secuestrado a su dueño. Semejante falsedad, ni sentido tiene. No más no dieron el auto desde octubre hasta febrero. Y hubo necesidad de ir con agente de la policía y con un notario para que lo entregaran tras el pago, por inconformidad, del cliente. Entretanto cometieron trapacerías, hurtos, desmanes en contra del pobre auto retenido a fuerzas. A él le toca devolver llave de encendido, tapones de rines, tapetes del interior del auto, póliza de garantía. Todo eso y más lo sustrajeron del auto en los largos seis meses en que estuvo secuestrado en el taller de NISSAN AGRÍCOLA o AGRÍCOLA Y AUTOMOTRIZ, el lote de autos de Raúl Iragorri. Sí, como Jefe del Taller, su responsabilidad implicaría que tuviera que devolver todos esos artefactos al cliente. Y prestarle los servicios necesarios, amparados por la garantía y por la más mínima ética empresarial.

Pero no lo hará porque su "comandante siniestro" no se lo permite. Tienen que amolar, causar daños, perjuicios y molestias al cliente, para "que se le quite lo valiente".
En dónde pues, hay cortesía y gentileza?



aunque usted no lo crea en la gerencia de ventas. Allí la Ing. Georgina sonríe, trata bien al consumidor, le promete que obtendrá una reposición de la póliza de garantía que le robaron para que no pudiese arreglar ni el sistema de frenos, ni el cinturón de seguridad, ni el cristal roto, repuesto con un vidrio de ínfima calidad y de otro color al resto de los cristales del auto. Reoidrpia la llave que el cliente pagó, como gasto extra. Tres mil pesos que se perdieron al destrozar la llave, no más para que "aprenda el vejete".
Georgina haría todo eso y mucho más. ¿Lo malo es que no la deja el dueño quje se empeña en causar toda clase de probolemas a su cliente El tipo está enfermo y debe la PROFECO sancionarlo para sanarlo..., ¡no?

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